Hay una diferencia notable entre vivir de forma mágica y vivir espiritualmente.
Cuando comienzas ese camino de vida espiritual toda tu vida cambia; tu visión de la vida, tus motivos para vivirla, tu meta, tus logros.
Lo haces sin rituales mágicos, sin pensamiento esotérico, sin expectativas; es una vida real y cotidiana desde tu espíritu, no desde tu mente ni desde tu alma. Comienzas a vivir con lo que realmente tienes dentro: reconociéndolo, limpiándolo y fortaleciéndolo.
Lo único es que hay que ser valiente para dejar de lado todo lo mágico y vivir por Dios.
Cuando comienzas ese camino de vida espiritual toda tu vida cambia; tu visión de la vida, tus motivos para vivirla, tu meta, tus logros.
Lo haces sin rituales mágicos, sin pensamiento esotérico, sin expectativas; es una vida real y cotidiana desde tu espíritu, no desde tu mente ni desde tu alma. Comienzas a vivir con lo que realmente tienes dentro: reconociéndolo, limpiándolo y fortaleciéndolo.
Lo único es que hay que ser valiente para dejar de lado todo lo mágico y vivir por Dios.
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