Que no te alegre únicamente saber que Dios te ama. Eso siempre ha sido así y siempre lo será. Glóriate, en cambio, cada vez que logres demostrarle a Dios que tú lo amas a Él. Y Dios lo sabrá, cuando no antepongas tus necesidades ante los demás; cuando seas capaz de darle una sonrisa de corazón al que sientas como tu enemigo; y cuando aceptes y trabajes todas las cosas que te sucedan, sin resentimientos hacia nada y hacia nadie; y lo hagas por el solo hecho de estar viendo en ellas la voluntad de tu Dios. Entonces sí, enorgullécete a más no poder; Dios también lo estará de ti.
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