Hablar con muertos; recibir mensajes; que te digan cosas del más allá; que te adivinen el pasado o el futuro; que te pronostiquen maravillas; que veas luces y energías; que te enseñen rituales para la prosperidad... eso atrae más que afanarse en agradar a Dios.
Esto último, cumpliendo con lo que Dios espera de ti, es lo verdaderamente espiritual; lo fenomenológico y lo mágico no.
Esto último, cumpliendo con lo que Dios espera de ti, es lo verdaderamente espiritual; lo fenomenológico y lo mágico no.
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