No olvidemos darle a nuestros hijos todo lo que podamos para su bienestar. Pero sobre todo no dejemos de darle "la necesidad de Dios". Un niño que tenga de todo y que no aprenda la "necesidad de Dios"; crecerá sintiéndose todopoderoso. Y un niño con muchas carencias y que tampoco aprenda la "necesidad de Dios"; crecerá sintiendo que debe sobrevivir por sí mismo. Y créeme que a la vida no le costará mucho echarles en cara a ambos, que hay cosas que ellos no controlan. Entonces se derrumbarán, se deprimirán, se frustrarán o se volverán violentos. Recuerda, nadie encuentra a ese "Dios necesario" si alguien no se lo presenta.
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