1. las horas que he dedicado a Dios Padre;
2. el esfuerzo que hice amando a las personas que me estaban hiriendo;
3. la aceptación de todo lo que me pasaba, como algo necesario para llegar a Dios;
4. el empeño de buscar la paz del Cielo, antes que preferir mis asuntos terrenales.
Y además te prometo que te seguiré siempre; aplicando cada una de tus enseñazas en todo lo que pase en mi vida. Así podré entender que la misericordia de Dios no es un regalo; sino que se manifiesta en cada situación difícil donde tengo la oportunidad de aferrarme a ti como mi único salvador. Feliz Navidad mi Señor Jesús.
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