En los momentos de dolor es cuando resulta más útil recordar que somos más del Cielo que de la Tierra.
Que al final de cuentas tenemos a alguien que nos espera con los brazos abiertos; y que sin importar lo que nos haya pasado, cuando estemos en su regazo nada malo nunca volverá a suceder.
Esto no es evasión, es una realidad que hay que aprender a manejar.
Que al final de cuentas tenemos a alguien que nos espera con los brazos abiertos; y que sin importar lo que nos haya pasado, cuando estemos en su regazo nada malo nunca volverá a suceder.
Esto no es evasión, es una realidad que hay que aprender a manejar.
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