Uno de los secretos de esta vida para que sea de provecho, es intentar, una y otra vez, erradicar la costumbre de juzgar al otro. Pero el no juzgar no significa acallar las palabras; sino que debe entenderse como refrenar el corazón de sentimientos difíciles hacia los demás. Esto, sin necesidad de desconocer (si fuera el caso) alguna actuación inapropiada.
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